miércoles, 6 de marzo de 2013

El castigo de la Lucidez

Hace unos días volvi a ver mi querida pelicula "lugares comunes", pelicula que al igual que el libro de Gorz, mueve mil cosas en mi...
Recien pensaba y repasaba aquellas palabras que Luppi (el actor, en su increible papel de Profesor de Literatura interpreta en las sierras cordobesas).



El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo; y cuando llega se queda para siempre.


Cuando se percibe el absurdo, el sinsentido de la vida, se percibe también que no hay metas y que no hay progreso. Se entiende, aunque no se quiera aceptar, que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas sino simultáneas e inseparables. Si puede conservar la cordura y cumplir con normas y rutinas en las que no cree, es porque la lucidez nos hace que la vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia.


Es un don y un castigo, está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio; pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de luz y de ferous, que quiere decir “el que tiene luz”, el que trae la luz que permite la visión , el bien y el mal, todo junto; el placer y el dolor. La lucidez es dolor. El único placer que uno puede conocer, el único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez: el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar. En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.


El lúcido puede seguir viviendo mientras conserve el instinto de la especie, el impulso vital. Es muy posible que, con los años, esa fuerza oscura e instintiva se pierda. Es necesario entonces apelar a algo parecido a la fe; hay que inventarse un motivo, una meta que nos permita reemplazar el impulso animal perdido por una voluntad fríamente racional. Pero esa voluntad es muy difícil de mantener. De repente, sin motivo, se va, se apaga, desaparece. Es entonces cuando se sigue o no se sigue, se puede o no se puede. Y si no se puede no hay culpa. No importa el amor de los otros ni el amor que uno siente por ellos: si uno no sigue, todo sigue sin uno y sigue igual. Todo pasa, pasa la ausencia. Se conoce la muerte antes de morir, es un final antiguo, un final muy común, es un final deseado que se espera sin temor porque uno lo ha vivido ya muchas veces. Todo da igual

[Guión de Lugares Comunes (c) Adolfo Aristarain y Kathy Saavedra, basado en la novela El renacimiento de Lorenzo F. Aristarain]
 
Hay días que me gustaria ser la Pizarnik, hay dias que me gustaria tener tanto y no tener nada.  

martes, 5 de marzo de 2013

Diario de Viaje - Parte IV - Tandil y el retorno

El 1 de Marzo pegamos la vuelta, y si, habia que volver..
En el retorno pasamos nuevamente por monte hermoso y fuimos a Tandil.
Señoras y señores devele un misterio y cumpli un sueño.
Conoci la piedra movediza de Tandil! Nuevamente, como en Sierra de la Ventana, no podes subir al cerro si tenes mascotas, pero si tenes hijos menores de 10 años que rompen las pelotas podes hacer de todo.
Cuando llegamos a la famosa piedra, repito nos llevamos el chasco que no se podia subir con los perritos, asi que dimos vuelta y terminamos en un terreno detras de la piedra, donde se la puede ver mas que bien y sacarle fotos.
La verdad que si bien no fue "GUAU!!" para mi fue re lindo ver la piedra, ya que cuando tenia 9 años me habian contado la leyenda y para mi era algo real, es más me imaginaba a Tandil como un desierto gigante y con piedras enormes. Asi que grande fue mi sorpresa cuando vi en donde se ubicaba la piedra.

Como parte del viaje, dejo la leyenda:

LA LEYENDA DE LA PIEDRA MOVEDIZA DE TANDIL 
Era el principio de los tiempos. El Sol y la Luna eran marido y mujer: dos dioses gigantes, tan buenos y generosos como enormes eran.
El Sol era el dueño de todo el calor y la fuerza del mundo; tanto era su poder que de sólo extender los brazos la tierra se inundaba de luz y de sus dedos prodigiosos brotaba el calor a raudales.
Era el dueño absoluto de la vida y de la muerte.
Ella, la Luna, era blanca y hermosa.
Dueña de la sabiduría y el silencio; de la paz y la dulzura. Ante su presencia todo se aquietaba. Andando por la tierra crearon la llanura: una inmensa extensión que cubrieron de pastos y de flores para hacerla más bella. Y la llanura era una lisa alfombra verde por donde los dioses paseaban con blandos pasos. Luego crearon las lagunas donde el Sol y la Luna se bañaban después de sus largos paseos. 
Pero los dioses se cansaron de estar solos: y poblaron de peces las aguas y de otros animales la tierra.¡Qué felices se sentían de verlos saltar y correr por sus dominios! Satisfechos de su obra decidieron regresar al cielo. Entonces fue cuando pensaron que alguien debía cuidar esos preciosos campos: y crearon a sus hijos, los hombres. Ahora ya podían regresar. Muy tristes se pusieron los hombres cuando supieron que sus amados padres los dejarían. Entonces el Sol les dijo:
   -Nada debéis temer; ésta es vuestra tierra. Yo enviaré mi luz hasta vosotros, todos los días. Y también mi calor para que la vida no acabe.

Y dijo la Luna:
  -Nada debéis temer; yo iluminaré levemente las sombras de la noche y velaré vuestro descanso. 

    Así pasó el tiempo. Los días y las noches. Era el tiempo feliz. Los indios se sentían protegidos por sus dioses y les bastaba mirar al cielo para saber que ellos estaban siempre allí enviándoles sus maravillosos dones. Adoraban al Sol y la Luna y les ofrecían sus cantos y sus danzas. 
Un día vieron que el Sol empezaba a palidecer, cada vez más y más y más... ¿qué pasaba?, ¿qué cosa tan extraña hacía que su sonriente rostro dejara de reír? Algo terrible, pero que no podían explicarse, estaba sucediendo.
Pronto se dieron cuenta que un gigantesco puma alado acosaba por la inmensidad de los cielos al bondadoso Sol.
Y el Dios se debatía entre los zarpazos del terrible animal que quería destruirlo. Los indios no lo pensaron más y se prepararon para defenderlo. Los más valientes y hábiles guerreros se reunieron y empezaron a arrojar sus flechas al intruso que se atrevía a molestar al Sol.
Una, dos, miles y miles de flechas fueron arrojadas, pero no lograban destruir al puma, que, por el contrario, cada vez se ponía más furioso. Por fin uno dio en el blanco y el animal cayó atravesado por la flecha que entraba por el vientre y salía por el lomo. Sí, cayó, pero no muerto. Y allí estaba, extendido y rugiendo; estremeciendo la tierra con sus rugidos. Tan enorme era que nadie se atrevía a acercarse y lo miraban, asustados, desde lejos. En tanto el Sol se fue ocultando poco a poco; había recobrado su aspecto risueño. Los indios le miraban complacidos y él les acariciaba los rostros con la punta de sus tibios dedos. El cielo se tiñó de rojo... se fue poniendo violeta.., violeta. ... y poco a poco llegaron las sombras.
Entonces salió la Luna. Vio al puma allá abajo, tendido y rugiendo. Compadecida quiso acabar con su agonía.
Y empezó a arrojarle piedras para ultimarlo. Tantas y tan enormes que se fueron amontonando sobre el cuerpo hasta cubrirlo totalmente.
Tantas y tan enormes que formaron sobre la llanura una sierra: la Sierra de Tandil. La última piedra que arrojó cayó sobre la punta de la flecha que todavía asomaba y allí se quedó clavada.
Allí quedó enterrado, también, para siempre, el espíritu del mal, que según los indios no podía salir.
Pero cuando el Sol paseaba por los cielos, se estremecía de rabia siempre con el deseo de atacarlo otra vez.
Y al moverse hacía oscilar la piedra suspendida en la punta de la sierra.


Me hubiera gustado llevar un diario de viaje para contar dia a dia las boludeces que haciamos, que comiamos y de que nos reiamos.
Antes de volver pasamos por Santa Teresita y finamente volvimos.. los cuatros, cansados, contentos y con ganas de seguir viajando.

Otro consejo, si van a Sierra no dejen de probar el mani frito y cubierto saborizado, volvi enamorada de ese snack que de por si me gustaba aca en capital, pero que descubri que lo hacen en Tornquist. 

Diario de Viaje - Parte III - Bahia Blanca - Mte Hermoso - Pehuen Co y el resto.

Siguiendo con la ruta, tambien un dia pasamos por Pigué otro pueblito cercano, si bien alli estuvimos menos que una tarde, puedo decir que tambien es un pueblito acogedor, mas centrico quiza que Carhue.
Pero el destino como meta para nuestros ultimos dias de descanso fue Bahia Blanca que parecia estar no muy lejos.
El dia que llegamos a Bahia (si mal no recuerdo fue el 25/02) la verdad que no estaba muy lindo, hacia frio y llovisnaba.
La ciudad nos resulto parecida a Quilmes, pero más grande, la gente muy acelerada, todos iban en sus autos muy rapido.
De Bahia fuimos a Punta Alta, para nuestra sorpresa, ahi hay una base naval y no mucha onda.
Tampoco aceptaban perros y nosotros no aceptamos navales, asi que estamos parejos.
Fuimos en busca del mar y la hasta ahi.. no habiamos visto ni una gota de agua salada de mar.
Siguiendo viaje, llegamos a Pehuen Co, El nombre Pehuen-Có proviene del idioma araucano, hablado en la zona entre mediados de los 1700 y el año 1879, significa pehuén= “araucaria” (que podría generalizarse como "pino") y có= agua, mar.
La verdad que es un lugar hermoso con todas las letras, vimos el mar, y que frio que hacia!!!!
Encontramos piedras "fosiles" segun nosotros y nuestro intelecto que decidimos conservar.
Los perros no podia creer estar frente al mar, al principio tenian miedo pero despues andaban como loquitos tratando de correr con nosotros entre los medanos.
Cabe destacar dos cosas: tampoco aceptan perros en ningun camping y para la segunda temporada de febrero si queres pasar los dias ahi tenes que buscar y reservar con tiempo, si no la gente se va a Bahia Blanca y fuiste.
Seguimos viaje hacia Monte Hermoso, esperando poder quedarnos ahi. Monte tambien es muy lindo, quiza mas centrico que Pehuen Co, pero con mas playa y gente.
Fuimos dos veces, la primera vez que nos tuvimos que volver frustrados a Sierra de la Ventana por que no conseguimos hospedaje.
Recomendacion, no se alojen en el Camping que esta a la entrada (creo que se llama hipocampos) el tipo que estaba la vez que fuimos odia a los perros, si los odia, o eso parecia segun mi dialogo con el:
- Hola buenas tardes, queria saber si alquila departamentos privados y si acepta perros...
- Hola, si, mira si al perro lo dejas en el auto encerrado o lo dejas atado si, pero no, tampoco, por que ya me lo hicieron, que el perro llora, que tiene frio, que pin o que pan y me los entraron...
- AAH, bue, no esta bien. Chau
(metete el camping en el orto viejo, te vas a quedar re solo asi)
Como comente, ese mismo dia, el 25/02 nos volvimos a Sierra, y nos quedamos hasta el viernes 1° de Marzo.

Diario de Viaje - Parte II - Sierra de la Ventana

Despues de darnos cuenta que no teniamos más nada que hacer en Carhue, Juan tomo la iniciativa y recomendo seguir viaje hacia las Sierra Bonaerenses, que ninguno de los dos conocia.
Asi fue que llegamos a Sierra de la Ventana.
El viaje volvio a ser en el querido Renault 19 mod 94 de Juan, que siempre se porta tan bien..
Lo que más recuerdo del viaje fue la sensacion que creo que ambos tuvimos al ver las sierras desde Pigue.
Que lindo seria el mundo sin humanos y con muchas montañas, nubes, sol.. que feliz me senti.
La entrada a Sierra de la ventana la hicimos por la ruta 72 si no me equivoco.
Es increible la belleza de la naturaleza en Tornquist.
Descubrimos en el viaje que el gps no mostraba a que altura estabamos del nivel del mar, creo que el pico maximo fue de 538 mts, pero ya lo corroborare con Juan.
La tarde que llegamos conseguimos una cabaña  con patio gigante, donde los perros pudieron correr tranquilos y contentos.
Teniamos parrilla, horno de barro!!! y todas las comodidades que necestabamos despues de tres dias en carpa (ya no estamos para dormir en el suelo y los años nos pesan)
Ya comodos, recorrimos distintos lugares, villa la arcadia, el cordon esmeralda, Saldungaray, y fuimos y vinimos mil veces sacando fotos a las sierras.
Tambien nos metimos al rio Sauce Grande con los perros, quienes despues prefirieron dormir sobre las piedras mientras tomabamos fernet y apreciabamos los hermosos paisajes que nos daba la naturaleza para nosotros solos.
Si, tuvimos la suerte que no habia mucha gente, lo cual fue genial.
Un solo dia lo pasamos relativamente mal, que fue cuando se nos escaparon los perros.
¿Como paso? Silvia, la dueña de la cabaña nos aseguro que tenia todo el predio cerrado ya que ella tenia 4 perritas, pero Juan, como siempre es un poco desconfiado decidio recorrer el patio (que como mencione era gigante) y encontro un par de huecos.
Un tarde yo me sentia con malestares (mucha comida chatarra) y me acoste, fueron menos de 4 minutos que los perros estuvieron solos que sin más que perder, desaparecieron.
Le dije a Juan que salia a tomar aire, y cuando sali, ya no estaban, los llame, grite, chifle, y nada.. al toque mi vida agarro el auto y empezo a dar vueltas, nada... corrimos a avisarle a la dueña, ella se comunico con un grupo proteccionista de animales, seguiamos con la busqueda.
El primero en aparecer fue Lobo, mi perro, el más chiquito, que volvio por el hueco que se habia ido.
Roco, el más grande aparecio despues.. y finalmente todos felices, menos la pierna de Juan que se lastimo con un rosal al saltar al patio del vecino (es que justo lo habia visto a Roco en el patio continuo y decidio saltar, pero cuando despues de cruzarse de medianera el perro otra vez se habia perdido..)
La frase del momento fue "Era fija que los perros se nos perdian aca", por suerte aparecieron, yo en un momento me imaginaba a los perros cual cabritos felices saltando por las sierras..
Sinceramente más alla del incidente de los perros, la pasamos genial, yo la pase genial.
Es inexplicable la paz que se siente en sierra o tal vez por que estabamos de vacaciones, pero era todo como un mundo paralelo.
Me gustaria que mi vida fuera asi siempre.
Cuando finalmente recorrimos todo Sierra de la Ventana una mañana nos levantamos decididos a ir a Bahia Blanca.                  

Diario de Viaje - Parte I - Carhue y Ex Villa Epecuen

Tarde llego la idea de documentar en papel o en otro medio, parte de lo que vivimos en nuestras vacaciones de este año.
Salimos el 18/02/2013 desde Berazategui, la manada estaba compuesta por dos humanos y dos perros..
Realmente me gustaria separar los días en que estuvimos en cada lugar pero se me hace complejo, en Carhue pasamos 3/4 días,  y despues seguimos con la gira.
Empezamos con la idea de conocer algun lugar nuevo en el que acepten mascotas (ya que cuando emprendemos un viaje debemos llevarlos con nosotros), uno de esos lugares "Pet Friendly" era "Carhue", nos llamo la atencion no solo por que al buscarlo en el mapa contaba con una laguna enorme (casi un mar en nuestros pensamientos inocentes e infantiles) y por que las ciudades contiguas tenian nombres indigenas, lo que nos llamo muchisimo más la atencion.
Fueron aproximadamente 590 kilometros en auto.
El primer dia lo pasamos en un camping, la verdad que el trato de la gente del lugar fue maravilloso, todos nos hicieron sentir como en "casa".
Queriamos que fuera nuestra casa.
El primer encuentro con la laguna fue extraño, no era lo que esperabamos, habiamos leido sobre las propiedades curativas de la laguna.
Segun lengua Mapuche, Carhue significa "lugar verde", proviene de CARRE: Verde o verdor y HUE: Lugar o donde hay, Epecuen en cambio significa  Epe: casi. Cuel: limite, casi limite
En un local de alquiler de casitas y departamentos para vacacionar nos entregaron un plano turistico de la Ex Villa Epecuen y dos leyendas referidas a la laguna.

Leyenda 1: "La Leyenda del Lago Epecuén" Por Maribel González

Aprovechando los últimos días de calor y el buen tiempo que Marzo nos regaló, después de muchos años volvimos a visitar Carhué; sabiendo los grandes problemas por los que ha pasado esa zona, grande fue nuestra sorpresa. Encontramos un lugar que cuenta con todas las comodidades para quien decide disfrutar sus aguas, cosa que por la temperatura de ese día pudimos hacer. Estuvimos en la isla, un complejo turístico que colma las necesidades de quien lo visita. Pudimos comprobar el gran trabajo que ha realizado la comuna ganándole la batalla a las aguas, y dando así un marco de seguridad y buen gusto a este lugar.
Pero nuestra meta era Epecuén. A pesar de que gente del lugar nos advirtió que no veríamos nada, nos indicaron el camino, y bordeando las aguas por senderos de tierra, llegamos.
Y allí bajo esas aguas llenas de soledad estaban nuestros recuerdos de aquellas lejanas y alegres vacaciones. Brotaron en nuestra memoria el sol, la sal, la sombra de aquellos tamariscos, la matineé con su pianista, tanguerías, los carnavales, luces, colores, corsos y comparsas.
Y desde la orilla mirando esas aguas cubriéndolo todo, recordamos la leyenda de Epecuén, la cual más que leyenda, parecía una realidad.
"Cuenta la leyenda que hace muchísimos años a orillas de un caudaloso río, después de un incendio de bosques, fue encontrado un niño por una tribu de indios leuvuches que recorrían la zona. Lo recogieron y lo llevaron al cacique Pichachen (Hombre Grande) que lo adoptó y le dio por nombre Epecuén (Casi Asado). Este cacique tenía su territorio en la margen del Curi Leuvú (Río Negro) a poca distancia de la confluencia del Neyen (Río Neuquén) con el Limay.
Allí creció Epecuén, distinguiéndose pronto por su gallardía, su destreza en el manejo de la lanza y la gran resistencia para la marcha. En cierta ocasión el cacique Pichachen invadió con su gente, la región de la pampa central habitada por los puelches y llegó victorioso hasta la región del Carahua Mapú. Epecuén, joven y apuesto, se apodero de la hija del cacique pampa Loncovuta, llamada Tripantu (Primavera), de la que pronto se enamoró, siendo correspondido.
Transcurren así una luna entera de felicidad.
Pero al poco tiempo se cansó Epecuén de ella y dio su amor a otras cautivas que alternativamente fueron objeto de sus preferencias. Entre tanto, el cacique Loncotuva, que había escapado cuando la suerte del combate se presento adversa para los suyos, comenzó a reclutar gente entre las tribus amigas. Al principio, la pobre Tripantu dudaba que fuera cierta la infidelidad de Epecuén, pero una noche de luna llena se convenció de ello por sus propios ojos, y comenzó a llorar tanto, que con sus lágrimas se formó un gran lago salado que llegó a ahogar a Epecuén y sus favoritas. Cuando su padre, el cacique Loncotuva, regresó con los refuerzos, donde antes era pampa ondulada no encontró más que un inmenso mar, en cuyas orillas vagaba -perdida la razón- su hija Tripantu. Pero, una noche de luna, se oyeron voces que parecían salir del lago, algo así como un llamado de amor a Tripantu. Y a la mañana siguiente, ya no la encontraron.
Desde entonces, el lago se llamó Epecuén y fue considerado sagrado por todas las tribus de la zona, sirviendo a la vez, de límite entre las tierras ocupadas por los puelches - pampas y los ranqueles.
Y cuentan los viejos moradores del lugar, que en ciertas noches de plenilunio, cuando las aguas tranquilas del Lago reflejan la luz de la luna como si fueran un inmenso espejo de plata, se pueden escucharlas voces de Epecuén y Tripantu que rememoran la dicha de aquel primer encuentro.


Leyenda 2: "La Leyenda del Lago Epecuén"

“Epecuén se llamaba la hermosa india, hija del jefe de la tribu; Epecuén, la de los ojos azules y carnes cetrinas, que parecían de aurora, de luna y de miel. Sus pupilas estaban rodeadas por tonos azules, tan azules, límpidas y luminosas que muchas veces pensaron los jóvenes guerreros si tendrían ese color de tanto mirar los cielos o si estos eran azules de tanto mirar esos ojos.
Epecuén, flor hermosa de esas inmensas llanuras, verdeantes en las primaveras, y de bronce pajizo en los días estivales.
Los caballos inquietos se arremolinan en torno de la hoguera que en los campamentos dan la ilusión perfecta de estrellas caídas por equivocación en una tierra que por su inmensidad dilatada, es bajo la noche, imagen de otro cielo. A la entrada de la carpa del jefe, se apiñan los caciques para un conciliábulo. Es angustia la serenidad de la noche pampeana.
¿Qué fraguaron en su secreto deliberar los viejos caciques de mirar selvático, de movimientos felinos como jaguareté y de cabellos ondeantes y renegridos como plumas de bigüáes?
Pronto se supo y la noticia cundió como un grito jubiloso de victoria entre todos los mancebos de la tribu, que se morían de amor por EPECUEN , la dulce india, de pupilas azulosas de turquesa y labios rojos como flor de ceibo.
El guerrero que en las próximas peleas demostrará más valor, y acopiará mayor botín, sería elegido dueño de la sin par doncella y todos, al ser notificados, murmuraron sordamente y avanzaron el puño nervioso hacia las lanzas, dispuestos a probar en el acto su gallardía.
Y ese día llegó y las tribus rivales huyeron acobardadas ante el empuje de un solo hombre, agitado por el fervor amoroso, con mil garras, avasallador como el torrente y tajante como la flecha que hiende el vacío. Carhué, el joven guerrero ungido en la lucha bravía, para unirse a la divina Epecuén, la rosa agreste de la pampa, la de los ojos espolvoreados de brillos azules y labios cordiales y la de tez cobriza, como la tarde que se esconde en las madrigueras terrosas.
Ella se sintió deslumbrada. La arrogancia del hombre, su fuerza y valentía, escarbaron en su alma y depositaron el germen sagrado del amor. El bizarro Carhué la sedujo, y con el fuego de su corazón encendió el fuego de la pasión femenina, con llamas extrañas. Se amaron, se adoraron, se idolatraron.
Pero pocos días antes del casamiento, una circunstancia inesperada, vino a truncar las ilusiones. La piqueta de la desgracia empezó su labor demoledora, la espina de la fatalidad desgarró sus ardorosos corazones. El hermoso Carhué se moría presa de una extraña enfermedad que redujo su organismo a una inmovilidad absoluta, como un pedazo de carne sin voluntad, impotente.
Ella, la inefable Epecuén, percatada de su infortunio, lanzoce cierta noche a campo traviesa hasta caer desfallecida, acariciada por los rayos de luna que se conmovía en las alturas. Lloró, lloró mucho, las lágrimas corrieron por sus mejillas que nadie besara, como un hilillo al caer, como un brillo de fuego fatuo en la noche de sus pupilas.
Siguió llorando, las lágrimas fluyeron abundantes, tan abundantes que poco a poco semejaron un delgado manantial, que bajaba fugaz, cristalino, en su llanto inacabable. La nocturnidad la acobijaba, con leve ademán de madre, en el centello de las estrellas y las diáfanas tinieblas.
Y al fin de Epecuén, no quedó nada. Sólo una pequeña laguna de lágrimas acerbas. El dolor había convertido a Epecuén en esa cuenca de ternura acuosa, que podía ser su alma lágrimas, nada más que lágrimas.
Enterado Carhué de la desaparición de su amada, pidió a gritos que se lo condujera por los verdes prados para buscarla. Accedieron a ello. La placidez pampeana se alteró al paso de esa angarilla donde yacía el paralítico que iba en pos de su bienamada. Vana Búsqueda. Después de largo peregrinar, se detuvieron junto a una laguna de linfas claras. Carhué creyó percibir una voz dulcísima que lo llamaba. Se emocionó, ordenó que le ayudaran a entrar en la laguna. Sus ojos alucinados creyeron ver vagas sobre la superficie una figura etérea, como un águila dorada, los brazos alados en cruz. El rostro era de Epecuén. Penetró en las tibias aguas sin poder mover, transfigurando de ansias y de esperanzas. El milagro fue inmediato. Carhué salió de la laguna, sano, vigoroso, ágil. ¡Bendito seas poder del amor, emanación divina!. El amor había creado sobre el corazón destrozado de una virgen, esa laguna maravillosa para bien de los dolientes.
Y desde entonces, en las noches serenas, el susurro del Lago es cual un bisbiseo de almas enamoradas. Como el Eufrates y el Tigris, que la vieja hermenéutica de los hindúes y persas santifica.
Epecuén está bendito por el sacrificio, y prodigio suyo es el milagro de curar todos los dolores, porque el sacrificio nos acerca a Dios”


Previo a saber "la verdad" sobre la villa, Juan (mi compañero de la vida y de viajes, mi amor) indago un poco sobre la laguna, a lo cual un hombre del camping le comento que era muy triste para ellos recordar a aquel pueblo y lo que paso, "fue como una guerra para nosotros".
Esas palabras resonaron en nosotros hasta que finalmente emprendimos un nuevo viaje hacia las ruinas de Epecuen.
Para nuestra sorpresa al llegar al lugar luego de un viajecito no muy corto, nos encontramos con edificios en ruinas, una ciudad completa en ruinas, avanzamos por la avenida central hasta chocar con lo que quedaba del balneario Municipal, arboles, hoteles, todo, todo habia arrasado por el agua.
Realmente no se cuanto tiempo estuvimos en la ex villa.
Recorrimos los alrededores que se podian transitar, llegamos a lo que quedo del Matadero y observamos el poder del agua al destruir un castillo que se habia alzado a orillas del lago hace varios años atras.
Otra cosa que llamaba la atencion y podrucia esa inexplicable sensacion de tristeza y miedo eran los arboles pelados y blancos, todos blancos como fantasmas..


Desde lo personal, fue increible haber llegado a un lugar asi, la tristeza, la desolación y esa sensacion extraña de "no se que" que transmiten esas construcciones que recien hace poco el agua empezo a dejar ver.
Es que el lago se llevo todo.
En todo momento pensé en los antiguos, los originarios, aquellos primeros habitantes de esas tierras, en el "poder curativo" de las aguas, en las leyendas indigenas de la zona..

Quiero remarcar una anecdota antes de seguir el viaje.. volviendo del matadero, donde encontramos un perro muerto, pero no muerto (podrido) .. si no dormido, tranquilo, eligio ese lugar apartado para morir, el perro no nos permitio subir a los pisos más altos del matadero... pero eso en realidad no es la anecdota, volviendo, vimos un grupo de chivos/cabras que estaban en el camino, habia una (que para mi era una cabra pero para Juan era un chivo) nos miraba fijamente mientras que el resto de la manada se perdia en un pastizal cercano a unas casas devastadas.
Bajamos del auto para acercarnos, pero finalemente se perdieron... y la verdad que a mi un poco el miedo me gano y decidi volver al auto.
Despues de la visita a la ex villa turistica, pasamos un dia más en Carhue y decidimos partir para Sierra de la Ventana.

Para finalizar un poco con el tema de estas dos ciudades dejo una nota del diario Nacion que habla un poco de que fue lo que pasó:

http://www.lanacion.com.ar/1271457-epecuen-el-pueblo-que-emergio-de-las-aguas